martes, 8 de diciembre de 2015

Segundo día

Segundo día: consolidar la victoria. Dentro de la trapacerías y triquiñuelas de la mafia gorila está la opacidad en todo lo que interesa a los ciudadanos, lo que es de su absoluta incumbencia. La información que es esencial para entenderse, tomar decisiones, planificar, reflexionar –y por tanto criticar- no está disponible. Los datos macoreconómicos, las cifras de homicidios, el boletín epidemiológicos, son ejemplos que por dichos hasta el cansancio no dejan de ser escandalosos. El CNE en esto ha sido un ejemplo claro desde la noche del domingo hasta hoy. En un sistema automatizado, donde se tiene la información de manera muy rápida es insólito que no se tenga el cuadro completo de las elecciones para la Asamblea Nacional. Por supuesto, el motivo no es técnico, ni siquiera político sino canallesco y delincuencial. El CNE y sus amos tienen muy poco margen para alterar los resultados –poco, no ninguno. Se trata más bien de la idea de crear zozobra, que se levante el oleaje de los rumores, la duda. Se crispan los ánimos y ahí sí pueden sacar mucho provecho del miedo, la impotencia, la ira. Eso es lo que han hecho todos estos años. Esa son las bajezas del poder.

Hoy ya hay certeza de la mayoría calificada, 2/3 de la Asamblea. He dicho que esta es una inmensa victoria moral, porque se hizo contra el abuso obsceno del poder contra la oposición, pero también sobre todo porque representa la valentía de millones de ciudadanos que decidieron enfrentar un gobierno que se había metamorfoseado en un pran, que nos pensó a todos, pero sobre todo a los más humildes, como sus lacayos a los que podía mandonear a voluntad. La gente se reveló cívicamente no solamente contra el miedo y el chantaje, sino también contra la complicidad delincuencial y la compra de voluntades por dinero o baratijas. La nueva Asamblea debe hacer el esfuerzo inmenso de honrar esa representación y no defraudarnos. Mencionamos la necesidad de negociar pues es el modo propio de la política, pero más allá de los fines estratégicos está la rectitud que se expresa en atenerse a la Constitución y las leyes. Hoy estamos disfrutando las mieles de un triunfo que nos ilumina el futuro, pero mañana comenzaran los claroscuros, las necesarias mediaciones, las amenazas que suponen enfrentar el abismo de la crisis y al mismo tiempo el monstruo moribundo pero con recursos para incendiar al país. Evitar el envilecimiento del poder por supuesto no es solamente un cuidado de cada uno de los diputados y de su conciencia, falible, limitada y cambiante (como la de todos nosotros) sino de la vigilancia y crítica de la ciudadanía que los eligió. De esas amenazas hay que mencionar, porque el país ha sido víctima de ella, la táctica mafiosa del gobierno de comprar adhesiones en la Asamblea. Los nombres de William Ojeda y Ricardo Sánchez deben ser los últimos ejemplos de la traición y la inmundicia en los modos gansteriles de chavismo.

La MUD ha tenido una conducta que en un primer vistazo parece más pasiva, acaso timorata pero que es la apropiada si nos atenemos a los resultados. Es de reconocer que se han mantenido firmes, resistiendo y en las últimas 24 horas, han mostrado los dientes para defender la victoria. Pero esta falta de ángel y carisma, este tono pausado, también tiene un lugar en la nueva Venezuela que comienza a asomarse. Debe ser acaso el nuevo carácter del hombre público. El político que no basa su liderazgo en su personalidad avasallante, en su carisma, sino en la eficiencia, en lograr objetivos que beneficien a la mayoría, en respetar la ley. Pero sobre todo, ser consciente de que el hacer político consiste en tratar de articular consensos que giren alrededor del diálogo racional, que ve solo la fortaleza en el trabajo con los otros, que entienda los disensos y no piense que la única estrategias con los contrarios es aplastarlos como enemigos. Para fundamentar esos consensos hace falta negociar (palabra que aún tiene el aire de traición y cosa oscura que le imprimió la anti-política) y para negociar hace falta tener la actitud de reconocer al otro y admitir que puede tener razones más adecuadas que las propias. Nadie tiene la verdad definitiva ni “sabe cómo es la cosa”. Por supuesto, la danza de los egos siempre estará presente pero hemos visto cómo han quedado arrinconados. Ha sido una estrategia derrotada. La gente de la MUD ha hecho gala de este tono moderado, sobrio, sin la gritadera y tono cuartelario, sin los embrujos de la megalomanía, y eso ya es un buen pie para seguir adelante.

Sí hija, despierta, que ahora sí podemos soñar de verdad.

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