miércoles, 26 de noviembre de 2014

23 de Enero

Vale la pena leer este artículo de El Nacional http://goo.gl/429Jiq para darse cuenta de la naturaleza delincuencial del “proceso”, de la médula autoritaria y perversa que lo constituye. La gente de la parroquia del 23 de Enero está bajo el "gobierno" de los colectivos que se han dividido entre ellos, a veces a plomo limpio, el territorio en pequeños feudos. Ahí son todopoderosos: vigilan y mantienen el orden, patrullan, persiguen, castigan y ejecutan si es necesario a los que ellos consideran culpables. Tienen empresas, negocios y hasta centros recreacionales. Organizan la vida social como todo el país atestiguo con las imágenes de la “formación y educación” de los niños de la comunidad sosteniendo fusiles de asalto, mostrada ampliamente en la redes sociales. Poseen televisoras, radios y periódicos. Por supuesto, apoyan al gobierno que los ha dotado de equipos, dinero, armas y, sobre todo, de una inmensa impunidad para que en esas “zonas liberadas” ejerzan el poder como mejor les parezca.

Estas "organizaciones populares" se han erigido en “autoridades” sin ser elegidas por nadie, sin dar cuentas a nadie, ni a sus "bases" ni a entidades del Estado. Su legitimidad no es la que otorga el pueblo, sino la de ser fieles y cómplices de los mandones de más arriba. Nadie, sino ellos mismos, se controlan, auditan, examinan, mucho menos juzgan y castigan cuando alguno incurre en un delito, como efectivamente ha sucedido. Hasta Chávez los denuncio una vez públicamente y ahí siguen. Se trata de un puñado de matones armados que deciden la vida de la gente, donde no hay posibilidad alguna de protesta porque es acallada a coñazos, reclamar a alguna autoridad y menos emprender algún recurso legal contra sus acciones. Simplemente la gente en el 23 tienen que calarse lo que estos tipo digan y hagan en las narices mismas del Gobierno, sí ahí mismo, al ladito de Miraflores. El reino de la fuerza, del silencio que atraganta por el miedo a la violencia que ejercerán sobre el que se atreva a cuestionar sus “políticas” o las de la “revolución”, de la arbitrariedad y la indefensión de la mayoría. Las leyes no existen sino su ley, la anarquía del gatillo, el gobierno de los pranes.

Se trata de la disolución del Estado de la peor manera, nada que ver con sueños utopistas ácratas o comunistas. Más bien, es un salto atrás a formas despóticas pre-modernas dónde unos pocos se imponen a la fuerza sobre muchos. Estas formas autoritarias malandras son, como decíamos, una maqueta de la destrucción del poder político republicano emprendida por los chavistas, pero también señalan las tareas que faltan para completar la transformación del Estado en la selva pura y simple.

Desmontar esta inmensa injusticia cotidiana contra la gente del 23 de Enero pasa porque nos liberemos todos. Nosotros somos ellos.