viernes, 20 de marzo de 2015

Humanidades

Ayer tuve un roce con varias formas de la inmoralidad que ni siquiera se reconoce como tal, con la chapuza intelectual y con la fealdad del decir y hacer. Me di cuenta de cuan imprescindible es esto que llamamos humanidades, ese "espíritu de fineza" del que hablaba Pascal. No se trata solamente de conocer mejor algunas cosas: lo que pensaron unos filósofos, escribieron unos poetas y compusieron los músicos, sino más bien y sobre todo, tener una sensibilidad más afinada que impulse y haga necesario para cada uno tener pensamientos y acciones morales, bellas y verdaderas. Sobre todo que haga importante buscarlas, poseerlas y cuidar de ellas. Que el sujeto sepa que un trato justo consigo mismo y hacia el otro vale la pena, que saber más y mejor es una fiesta y que la belleza no es un mero adorno prescindible.

Las humanidades deberían crear esa cultura de la sensibilidad y apertura, del interrogarse sobre sí mismo, de reconocer la finitud humana, la necesidad de sopesar, es decir, enjuiciar sabiamente, del crear una cultura reflexiva que permita, sobre todo, reconocer esto como fundamental.

Mucho de la mejora de nuestros terribles males pasa por ahí y por haberla descuidado y no darle su lugar durante décadas estamos en el infierno nuestro. Pero sobre todo, pensar que una solución técnica (como la económica) o estratégica del poder como únicas salidas al desastre, sin reconocer lo deformado que estamos en otros aspectos, hará que simplemente bajemos un círculo más en ese infierno. 

jueves, 12 de marzo de 2015

Intervención

Yo sí aplaudo, apruebo y agradezco que los Estados Unidos, la Unión Soviética y los aliados hayan "intervenido" en Alemania en la Segunda Guerra para sacar a los nazis y liberar a los alemanes de una dictadura tan feroz que hubiera sido imposible, para los alemanes solos, salir de ella a pesar de los intentos de algunos pocos valientes.

Así mismo, en los 70, la invasión de Vietnam a Camboya para derrocar a los genocidas del Khemer Rojo. La ayuda de los cubanos en Angola para defenderla de los mercenarios sostenidos por los fascistas de Sudáfrica y al mismo tiempo apoyar al CNA en la lucha de liberación del Apartheid. Como nosotros los venezolanos intervenimos, incluso con el envío de armas, a la guerrilla del movimiento 26 de julio en la Cuba del 58, para apoyarlos en la lucha contra la dictadura batistera y a finales de los 70 hicimos otro tanto en Nicaragua con el Frente Sandinista en la revolución para sacar a Somoza. Si vamos un poco más lejos, un tal Simón Bolívar y el ejercito libertador se fueron a meter hasta el Alto Perú, hoy Bolivia, para liberar a medio continente del dominio español.

El reich, la república democrática, la identidad afrikaaner, la autodeterminación, la patria, la independencia han sido en estos ejemplos y en miles de otros, la fachada nacionalista y patriotera que esconde a grupos que se han hecho con el poder, convirtiendo a sus países en un botín, sosteniéndose por el sometimiento brutal de su población, el apoyo o el silencio cómplice de otros y la intervención misma -encubierta o descarada- en los países que consideran una amenaza.

Sin el apoyo de otras naciones que decidieron dar un paso adelante -por razones seguramente no todas altruistas-  esos despotismo se hubieran perpetuado quién sabe hasta cuándo y a qué costos para los pueblos