lunes, 29 de agosto de 2016

1 de Septiembre


No es un milagro ni un alzamiento violento. Es política. Es decir, los ciudadanos ocupándonos de nuestros asuntos y, sobre todo, de ese fundamental que es defender y ejercer nuestra soberanía, la posibilidad de decidir sobre la organización política que queremos darnos, hacer posible el futuro que deseamos. Eso que en una sociedad democrática se hace en buena medida –pero no únicamente- con el voto, en Venezuela tenemos que hacerlo en la calle, presionando al gobierno, obligándolo a que el Estado y sus instituciones respondan a nuestros intereses, los de la mayoría de los ciudadanos y no a los del grupo minúsculo que lo ha secuestrado para su conveniencia.

Lograrlo requiere un coraje inmenso. Los capos de la mafia que nos gobierna hacen lo único que pueden: amenazar, amedrentar, oprimir y chantajear para reducir nuestra potencia como sociedad. A los empleados públicos, los que se “benefician” de los CLAPS, a los espontáneos que han comenzado a realizar sus particulares formas de protesta y a los presos políticos, que usan como rehenes. A todos nosotros de un modo u otro. Por otro parte ofrecen comida en mercados el 1 de Septiembre (no un futuro de justicia, libertad, equidad. Tampoco electrodomésticos, dinero, casas, carros, sino solo comida) para que la inmensa mayoría desesperada por el hambre elija aceptar la momentánea limosna doblegando su condición humana y dejándolos como animales ocupados únicamente de su sobrevivencia.

El miedo y el hambre son las únicas formas que le quedan a esta pandilla malvada y rapaz para intentar prolongarse en el poder. Es esa la negación más fundamental a todo lo que han dicho durante estos años. Aún pretenden convencer inútilmente a la gente que los odia y desprecia, que ellos son sus representantes y voceros, que desean solo el bienestar para el pueblo y que hacen todo lo posible por superar la crisis que ellos mismos han producido por sus errores y corrupción. Por esas complicadas idas y venidas de la conciencia pretenden engañar -aunque también saben lo inútil que resulta- y son conscientes que lo único que consiguen es aumentar la dosis de repugnancia y la ira que producen en todos nosotros. Por ello se apoyan en las armas. Excepto por los militares que los sostienen, a quienes han entregado el país como botín, el resto es un inmenso huracán que ruge a su alrededor y que finalmente los borrará.

Tengo mis diferencias con la MUD y con la manera en que se ha convocado esta Toma de Caracas. Sé que a muchos el miedo a la represión y la necesidad impedirán que asistan, que funcionarán los medios que ya están usando para impedir que la gente ejerza sus derechos políticos. Pero incorporarse a la lucha es lo que debemos hacer. La presencia en la calle, presionar por el revocatorio, exigir los derechos y el respeto a las leyes. Todo eso enrumbado finalmente a quitarnos de encima a la dictadura criminal. No es con milagros de algunos iluminados, con la intervención de potencias sobrenaturales. Tampoco con la súplica a los militares que nos han gobernado de manera tan imbécil, robado de forma tan voraz y reprimido con tanta sevicia durante todos estos años que lograremos la libertad y la democracia. Ni con una violencia inarticulada y ciega que logre reforzar, lejos de disminuir, el poder de los verdugos.

Es con nuestro esfuerzo, con la resistencia y con la toma de conciencia cada vez mayor de nuestra potencia política que lo lograremos. Para ello es fundamental la calle, el espacio político por excelencia. Reconocernos como ciudadanos unos a otros en la acción colectiva, comenzar a andar juntos de nuevo. Por ello la ciudad será el lugar privilegiado para mostrar nuestra voluntad al cambio y gritar a todo pulmón que no le tememos a las botas militares y a los fusiles, a los chantajes y amenazas de los capos, que sabemos que nosotros hacemos nuestra propia historia. Esa es la importancia del 1 de septiembre.

Se ha señalado muchas veces como este gobierno ha logrado convertir en actos heroicos lo que podían ser acciones más o menos normales en una sociedad libre: elecciones, protestas, la misma petición de respeto a la constitución. La valentía y tenacidad que tuvimos para validar las firmas frente a todas las trampas y zancadillas con que trataron de impedirlo es una muestra importante de esto. Muchos fueron héroes, no bélicos, no iluminados sino civiles y políticos. Ahora tenemos la oportunidad de que el 1 de Septiembre todos lo seamos y que ejerzamos nuestra voluntad política y ciudadana por nosotros mismos, por los que no puedan incorporarse y sobre todo por nuestros hijos. Abraham Lincoln en el famoso discurso de Gettysburg, lo dijo con palabras que en nuestro momento cobran una fuerza inmensa y se convierten en bandera pero también en mandato para todos nosotros “Que esta nación, Dios mediante, tendrá un nuevo nacimiento de libertad. Y que el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo no desaparecerá de la Tierra”.


¡Nos vemos en la calle amigos!