miércoles, 27 de marzo de 2013

Universidad destruida



Ella es hermosa, brillante y científica a carta cabal. Profesora de la Facultad de Ciencias de la UCV, con nivel de postdoctorado, investigadora, comprometida hasta la médula con la Academia porque su trabajo en el aula y el laboratorio no es trabajo sino su vida. Con una mezcla de rabia e indignación me contaba cómo se paraliza de forma cada vez más alarmante la investigación. No se pueden comprar los insumos y equipos necesarios, no solamente por el vergonzante ahogo presupuestario, sino por el laberinto de trabas que inventa la burocracia del gobierno para controlar cada aspecto del hacer de la gente e instituciones.
Lo cierto es que en las Universidades Nacionales, donde se hace la inmensa mayoría de la investigación en ciencias naturales y tecnología del país (entre otras cosas porque solo en ellas hubo los recursos, en algún momento, para el desarrollo de los talentos que la llevaran a cabo y  la dotación de la  infraestructura física costosísima para una Universidad privada) el trabajo científico está muriendo. Esto quiere decir que se paraliza la investigación científica en Venezuela, así de sencillo, vamos a ser un país donde la producción de conocimientos y resultados tecnológicos será nula o completamente inexistente. Estamos hablando no solamente de las ciencias "puras" sino en medicina, farmacia, ingeniería, odontología, entre otros. Como mi amiga, miles de personas que han dedicado lo mejor de sus esfuerzos a formarse, crear conocimiento y saberes tienen como futuro la frustración y la nada. Para el país es un paso gigantesco que hace más profundo el abismo estructural en el que estamos sumergidos, la inopia del conocimiento y la oscuridad más tenebrosa.

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Mi hija estaba con una gripe tan fuerte que la llevamos al médico. Seiscientos bolívares costó la consulta. Mi sueldo de profesor a dedicación exclusiva es  Bs. 3800. Eso quiere decir que si pensamos que cada consulta del pediatra dura media hora, en tres horas y media hará mucho más de lo que yo gano en un mes. Cualquiera sabe que esa tarifa no es una especulación horrorosa, sino está en el orden normal de lo que cobra un médico. El problema no es ese, sino la miseria forzada a que nos tiene sometidos el gobierno nacional a los universitarios (estudiantes, obreros, empleados y profesores) que han convertido a las Universidades Nacionales en poco más que guetos dónde apenas se pueden llevar muy precariamente las actividades que le son propias y que cada vez se reducen o extinguen. No hay quien quiera ser profesor, al contrario, las deserciones del personal docente son cada vez más alarmantes para irse al sector privado o fuera del país. Todos los insumos para la investigación y la docencia y demás actividades son escasos o ya definitivamente inexistentes y los universitarios tenemos que dedicarnos a ingeniarnos y rebuscarnos fuera de la Academia para poder simplemente sobrevivir.
Todo ello porque este gobierno al no poder tener el control político de las Universidades ha decidido aplastarnos con un presupuesto que es el mismo desde el 2007, con el cerco jurídico que impide las elecciones y produce un agotamiento en todas las instancias de dirección y finalmente con el respaldo explícito y tácito a los violentos que han cometido contra los miembros de la comunidad e instalaciones, sobre todo en la UCV, agresiones de una saña y vileza núnca vistas. Esto, como suele suceder en los procesos culturales tendrá consecuencias gravísimas en décadas siguientes y corregirlo llevará otro tanto más. Es demasiado el daño que se ha hecho.

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Solamente la estupidez del fanatismo o la simple brutalidad gorila puede ver en ese ahorcamiento a las Universidades Nacionales un triunfo del que ufanarse. La destrucción sistemática que desde hace al menos unos diez años se ha propuesto el gobierno contra las Universidades Autónomas es uno de los crímenes que más caro costarán al país entero. La perdida de talentos, el hundimiento de la infraestructura física, el acoso por todos los medios de la comunidad universitaria la pagaremos caro no los gobernantes que la ejecutan o los que estamos dentro de ellas, sino la sociedad venezolana toda. Además llama la atención la cobardía con la que se lleva a cabo: al no tener fuerzas políticas dentro de las Universidades que mediante los mecanismos electorales propios de la vida universitaria se hagan con el control de las instituciones e introduzcan y propicien los cambios que se desean, han realizado este sofocamiento en cámara lenta, acosándonos por todos los intersticios, sin ni siquiera tener el coraje del asalto definitivo, la toma frontal, porque entre otras cosas reconocen que tendría un costo político enorme. Las Universidades nacionales aún con lo agotadas que están son todavía un símbolo. Por ello el totalitarismo mediocre no se atreve. Son preferibles los modos indirectos de los canallas.
 Frente a eso sorprende el mutismo obediente, cuando no complicidad abierta, con este proceder de hienas y chacales, de miembros del gobierno que son también miembros de la Universidad y, también hay que decirlo, un silencio ominoso del pueblo venezolano, a quien a fin de cuentas le pertenece la Universidad. Yo no creo en justicias divinas ni en  equilibrios morales y  automáticos del mundo. Sí, en cambio, en la toma de conciencia de la gente y en la práxis política que articule los modos para que este grave, vil, egoísta y ciego ataque a la Universidad venezolana termine y se castigue, sobre todo barriendo del poder a sus responsables y ejecutores.

2 comentarios:

Maralvar dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Maralvar dijo...

Tú lo sabes Luis.
La exclusión, estrangulamiento económico y agresión política sistemática que el gobierno realiza contra la universidad, y contra nosotros, sus partes humanas visibles, es abiertamente un genocidio institucional que intentan llevar hasta las consecuencias finales: el exterminio de la Joya de la Corona de este país.
Y no voy a argumentar el porqué las universidades nacionales representan la Joya de la Corona, puesto que ese reconocimiento está bien asentado dentro de los valores del país, ni voy a aclarar cómo se realiza ese exterminio pues el gobierno no tiene recato en sus declaraciones y acciones contra las universidades. Como todo genocidio, este también es evidente y reconocido.
La sociedad venezolana prefiere hacerse la vista gorda antes de enfrentar esa vergüenza y sobre todo aceptar la co-responsabilidad que acertadamente mencionas. Y eso mismo ocurre en el mundo rojo-rojito, pues he escuchado de gente con funciones en el gobierno o cercanos el desacuerdo con el manejo del asunto universitario y el reconocimiento de la gravedad que representa para el país, y sin embargo también se hacen la vista gorda.
Puedo entender que esto ocurra en la sociedad en general, pues en ella el ejercicio de la ciudadanía es muy cómodo y acomodaticio y confluye en la posición del seguidor. La participación política, la acción y la proposición se deja a los supuestos líderes, por lo que en su ausencia, el rebaño, aún congregado, no se reconoce ni actúa.
Lo que no entiendo es la respuesta de la comunidad académica. Escucho muchas palabras, razonamientos, discusiones, foros, pronunciamientos numerosos… que no cristalizan en respuestas contundentes que pongan freno a tanta perversión. Pareciera que también actúan como seguidores, pero estoy segura de que debe haber otras explicaciones.
Como dice Vargas Llosa el conocimiento dejó, hace tiempo, de ser un valor cultural en nuestra sociedad, y aunque no se reconoce abiertamente, el académico lo percibe de manera absoluta. Ya no es una figura social de importancia y por ello se inhibe a mostrarse como tal. Nos quedamos mudos. Pertenecemos a otro mundo o a otra época. Si esto se aplica a la sociedad en general, puedo entender su vista gorda y que no sienta el genocidio pues, además de irrelevante, no les toca.
Lamentablemente, la crisis de la sociedad del conocimiento no es como el paso inocuo de una moda. Su debilitamiento tiene consecuencias sociales de gran importancia. Y aquí es cuando los académicos cobramos nuevo valor, nueva figura. Ese es el reto que nos rescata de la nada.
Quiero apostar por una acción ciudadana por parte de los académicos que muestre a la sociedad venezolana la importancia del conocimiento para la construcción del futuro y por ello la equivocación histórica del gobierno con su acción genocida. Para ello solo necesitamos reconstruir nuestra autoestima y materializar los pronunciamientos en acciones reales. Como propuse luego del pronunciamiento del tribunal sin juicio (TSJ), me alegraría comenzar congregándonos masivamente en la Plaza del Reloj de la UCV con un NO AL GENOCIDIO UNIVERSITARIO!