domingo, 3 de junio de 2007

Estudiantes

A todos nos agarró de sorpresa. Los estudiantes, que individualmente han tenido una posición política, diversa en cada quién, salieron ahora como grupo a expresar sus ideas y a reclamar. Lo que expresan y reclaman, sus tonos, es diverso pero están claras algunas cosas: en contra de la no renovación de la concesión a RCTV, por la libertad de expresión y ahora por reivindicar su autonomía y el derecho a la protesta. Sorprende como rápidamente se han articulado, han surgido líderes, cobra cada vez más fuerza.
Hay que dejar claras algunas ideas que nos pueden producir una imagen deformada de lo que sucede. La primera es la manipulación. Los que hemos pasado por las aulas de la universidad y hecho política en sus pasillos sabemos que ésta siempre se articula con referencias externas, la mayoría de las veces con partidos políticos y atendiendo a la vez problemas internos ¡y esto no es un pecado por dios! Eso sí, como siempre hay que saber que eso sucede, conocer quienes de los líderes siguen a quién, cuales son los motivos y las razones de quienes promueven las acciones, escriben los documentos, dan discursos, para reclamar cuando se considera que es ilegítimo, cuando hay intensiones ocultas, que ¡ojo! las hay. Autonomía no significa negación de nexos con lo de afuera – ya sea a nivel individual o como movimiento estudiantil – sino el que sean conocidos, elaborada la forma en que nos afectan, discutidos y finalmente aceptados o no. Los estudiantes a favor del proceso lo tienen muy claro ¿igualmente lo tienen los que están protestando? Parece que es una labor a hacer.
Relacionado con lo anterior está el mito, sobre todo del lado de la oposición, de la “pureza” de la protesta estudiantil. Los estudiantes como cualquiera están mediados por ideas políticas, por visiones del mundo, por posiciones … En fin, tienen una ideología. Pudiera ser que, como mucho de lo que sucede a esa edad y en esa condición, al estar formándose, esas posiciones estén elaborándose, revisándose o logrando una consolidación. Pero suponer que son virginales, que no hay intereses, que son acciones realizadas desde un edén sin ningún cálculo no solo es falso sino un claro engaño (¿de quién, a quién?). De nuevo no se trata de pretender defender la castidad de una posición, sino reconocer de que fuentes y como se alimenta la mentalidad de los que ahora, desde las aulas universitarias, están en la calle.
Parte de esa ideología no conciente, de una posición política no asumida ni revisada es el desprecio a los partidos y a la política. Seguramente mucho de los jóvenes nacieron y mamaron desde pequeños con la muy política y perversa idea de que los políticos, los partidos políticos y el mismo Estado son corruptos, ineptos e innecesarios, que solo los técnicos bastaban y ahorraban al país empantanarse en la fetidez del político, sus argucias y componendas. Como sabemos, esa posición que se impuso a la sociedad, propia de una derecha con un proyecto de país claro (“La generación de relevo y el estado omnipotente” de Marcel Granier) fue responsable de mucho de lo que aquí ha pasado, desde la llegada al poder de Chávez, hasta su propia derrota al pretenderse una opción política clara en el paro petrolero (“todas las decisiones ahora van a pasar por aquí” decía palabras más o menos en aquel momento un envalentonado Juan Fernández). Hacer un esfuerzo por desenmascararla y que los estudiantes asuman claramente y responsablemente la política, los partidos los hará verdaderamente ciudadanos, les dará mayor claridad.
En vista de ello los estudiantes que apoyan a Chávez, revolucionarios como piden que se les llame, merecen un reconocimiento y seguramente una disculpa de muchos, incluso de quienes son sus profesores. Ellos están bastante claros de su posición política, de sus vínculos con otras instancias - como el gobierno - y la asumen vehementemente. Llamarlos por ello “tarifados”, “estudiantes devenidos en funcionarios” es una falta de respeto y una “incomprensión” de mala fe. No lo están menos que, por ejemplo, los líderes estudiantiles de la oposición, que sin embargo ocultan y desde afuera niegan o hacen poco claros, los nexos que legítimamente tienen con sectores políticos de la oposición nacional.
Lo que sí es una distinción más clara y que pone en un aprieto a los estudiantes revolucionarios es la relación de sus compañeros de oposición respecto al poder. Estos últimos realizan una necesidad fundamental de la sociedad, en la que son actores privilegiados como es la lucha contra el poder. Y no se trata de la lucha gobierno oposición, sino la más radical de los sujetos contra el poder (también el poder económico, religioso, estético, académico) dónde se mezclan libertad, imaginación, rompimiento de códigos, irrupción contra el estatus quo, rebelión contra los símbolos de lo establecido. Acaso parezca más brumosa, demasiado etérea pero es más esencial. Los estudiantes de oposición deberían apuntar hacia allá, e insurgir no solamente contra esa forma muy obvia del ejercicio del poder como es el Estado, sino también con las menos evidentes, pero no menos poderosas, como el económico (sí, Marcel y RCTV son una forma clara del poder, no solo económico, sino político que jugó pesado y perdió), social, entre otros y, bajo ese impulso, motivar también a sus compañeros revolucionarios a serlo de forma más radical, no solamente revolucionando estructuras políticas, económicas, jurídicas y sociales del país, sino dentro del mismo proceso dónde son demasiado evidentes las constelaciones de poder que se han cristalizado en lo que debería ser mayor y más fluidez.

2 comentarios:

Nicolás Fernández dijo...

Yo agregaría a su definición de autonomía (para ponerlo explícito) lo que considero es lo principal de la definición. Ciertamente conocer, analizar, discutir, los nexos con el exterior de la universidad forma parte de la definición, pero hay que hacerlo en un ambiente de apertura a distintas visiones del mundo.

En mi opinión esta apertura se acepta poco en en lado opositor y también en el de la revolución, teniendo mayor importancia este último por ostentar el poder. Hemos escuchado al presidente diciendo que aquí nada puede ser autónomo, repito, no me refiero, al igual que usted, a aislado, sino en abierto a distintas visiones del mundo.

Sí estará claro para los estudiantes revolucionarios el significado de la autonomía en ese sentido? o nuevamente mi definición es distinta?

En la marcha roja de ayer sábado escuchamos gritar "ahora le toca a globovisión". Para mi es obvio que TODOS tenemos intereses, los tiene RCTV, Globovisión pero de igual manera el gobierno a través de sus crecientes medios de comunicación, y estos son más relevantes porque son medios del poder, no del contrapoder por así decirlo. Creo que en la pluralidad se pueden conjugar más o menos bien todos nuestros intereses y obtener un resultado más incluyente y satisfactorio que en la singularidad. A qué viene esto? nuevamente: los estudiantes revolucionarios incluyen en su definición de autonomía la apertura a distintas visiones del mundo? o a juro hay que ser "autónomas rumbo al socialismo" como se decía en el acto presidencial del jueves (24 de mayo creo)


Saludos,
Nicolás Fernández

pd: debería cambiar la configuración para que los que no son usuarios google puedan hacer comentarios

Víctor García Ramírez dijo...

Luis coincido contigo en que es una muestra muy importante de honestidad y sensatez que los líderes estudiantiles -tanto de la oposición como del gobierno- reconozcan los diversos nexos políticos que los nutren. La política debe tener como rasgo fundamental la publicidad de sus acciones para garantizar, dentro de lo posible, un juego limpio. Esto posibilita, como tú dices, una crítica amplia que apunte no sólo a los adversarios más obvios sino también a otras instancias merecedoras de fuertes críticas como lo son los medios de comunicación de ambos bandos.

Sin embargo, me parece, que en tu perspectiva hay dos aspectos que pueden perder de vista lo particular de esta salida a la calle de los estudiantes. Primero, ser tan escéptico respecto a lo que llamas ‘el mito de la pureza estudiantil’ y, segundo, ser tan blando con los estudiantes revolucionarios al asumir que “ellos están bastante claros de su posición política”.

Es verdad, la actitud política estudiantil no es de por sí ‘pura’. ‘Pureza’ es un adjetivo en este caso muy cursi, muy poco acertado. Y eso hay que decirlo. Pero también hay que preguntarse en qué consiste tal ‘no-pureza’, para saber hasta qué punto es sensato exigirles (a estos estudiantes que han salido a manifestar) que en primer lugar reconozcan los nexos políticos que los vinculan al sector de la oposición. Y lo digo, porque creo que no se puede reducir la actitud de los estudiantes -a partir del cierre de RCTV- a sus posibles nexos o simpatías políticas. Creo que lo dices podría bien aplicarse a las movilizaciones estudiantiles cuando la época del Referéndum revocatorio, pero no a esto. Y lo creo así porque el escenario político ha cambiado. Y tal cambio estriba en lo que todos sabemos: que a menos de seis meses de un segundo periodo presidencial de seis años que pretende alargarse mediante una reforma constitucional y con vísperas a la formación de un partido político único, resulta inútil (practica e ideológicamente) vincularse con corrientes políticas de la oposición que lo han hecho tan mal. Por supuesto, mucho en estas manifestaciones es irreflexivo. Y esto se debe no a que no estén concientes de que RCTV lo hizo mal, sino a una indignación moral, un sentimiento reactivo, de ver una parcialidad tan arbitraria y un despliegue desfachatado del poder por parte del Estado. Esto no se puede perder de vista, porque antes de todos los interés políticos hay sentimientos morales que se disparan, lo cual no implica que la actitud de los estudiantes sea pura (pues tales sentimientos responden a valores ya formados) pero tampoco podemos calificarla inmediatamente como relacionada con factores políticos claros. Precisamente lo sorprendente es que lo masivo surge de la indignación moral y no de un claro lineamiento político.

Segundo, me parece muy difícil aceptar que los estudiantes revolucionarios estén 'bastante claros'. El límite entre honestidad y desfachatez tiene, a veces, unos grados de separación tan mínimos que resulta siempre muy problemático determinar cuando una posición que se revela consciente (como hacen los revolucionarios) esta realmente autoconsciente de las implicaciones de su posición. Y lo terrible de creerse ‘muy críticos’, ‘conscientes’ y ‘políticos’ es que precisamente se asumen de esa forma acríticamente. Y es normal que se sientan críticos porque así se ha vendido el gobierno, como portadores de una iluminación que los demás no ven. Pero, me pregunto si esta supuesta claridad de ellos no revela una profunda falta de reflexión sobre las condiciones que necesitan para ejercer precisamente lo que abanderan: ser críticos.

Creo que esta muy bien tu llamado a que tengamos claras ante nosotros y ante los demás nuestras posiciones políticas para poder ejercerlas. Nuevamente, la publicidad de nuestras reglas de juego, de nuestras políticas es vital. Pero creo que justo ahora, resulta más importante tratar de garantizar que se mantenga el poco escenario político en el cual poder mostrar divergencia (más allá de lo mediocre que sea) ya que eso es condición de posibilidad para que dicha condición de publicidad pueda darse.

Un abrazo,
Víctor García.