Edgardo Lander tienen la claridad y honestidad de señalar que
el deseo -¿o necesidad?- del gobierno de mantenerse en el poder es solo posible
mediante un continuado “desmantelamiento” de la Constitución y de la negación
de elecciones libres. Esa es la razón del golpe de estado continuado y del
cercenamiento cada vez mayor de los derechos de los ciudadanos. Esto explica las
rupturas cada vez más hondas en la legalidad e institucionalidad y del modelo
mismo del Estado que serían radicalizados con la constituyente madurista. Este análisis
es adecuado y merece el apoyo de los que luchamos por la democracia.
Pero como casi todo crítico del chavismo "desde
adentro" sostiene la tesis de "los dos polos" cuando se refiere
al enfrentamiento actual. Esta consiste en pretender igualar, como si
estuviesen al mismo nivel y tuvieran la misma potencia y por tanto responsabilidad,
dos polos extremos que serían responsables de la situación actual y
especialmente de la violencia. Se trata según esto de desmontar o aislar los
radicales de lado y lado (María Corina y Diosdado, en palabras de Lander) y
lograr el encuentro de una vasta mayoría que no desea la guerra sino más bien el
diálogo y la solución pacífica.
Esto no es así y no solo es una descripción moralmente
inaceptable sino políticamente incorrecta. La oposición no tiene, por un
lado la responsabilidad de la conducción del país que ha tenido el chavismo
durante casi veinte años y que los hace responsable directo de la crisis
profunda que padecemos. Más aún con el control absoluto que han tenido en todas
las instancias, esto inclusive desde la elección de la AN en el 2015
Por otro lado se muestra en la brutal asimetría respecto al
uso del poder. Ello va desde el control de casi todo el Estado que se ha
vuelto propiedad del PSUV y que lo ha convertido en una autocracia bajo la
forma de dictadura (a la que Lander no califica nunca de ese modo sino con el
muy eufemístico de "PSUV-gobierno"), la hegemonía y control de los
medios de comunicación, el chantaje por diversas vías de amplios sectores de la
población y el uso de la violencia contra manifestaciones callejeras donde
la mayoría de las víctimas, los heridos, los afectados por ataques a sectores
no participantes activamente en las protestas (como urbanizaciones enteras)
y los detenidos, entre otros muestran lo risible que es la hipótesis de
dos polos igualmente responsables.
Hay que criticar además el sesgo ideológico cuando
denuncia la intervención extranjera bajo los intereses “geopolíticos” que apoya
a sectores radicales de la oposición (según afirma fundamentalmente gringa y
uribista). Pero no dice una palabra sobre la injerencia cubana, rusa,
china (por no señalar al terrorismo islamista y la narcosubversión colombiana)
en el caso de la dictadura que median mucha de las actuaciones de la cúpula
gorila.
Por otra parte, y esta crítica no va solamente a Lander sino
a casi todo el mundo, el análisis de la violencia es muy pobre. No parece ser
metodológicamente adecuado pensar que la violencia 1. No es histórica sino que
parte desde un punto (por ejemplo, la respuesta a las dos sentencias del TSJ)
2. Tiene un desarrollo más o menos lineal y 3. Que se gesta y
continúa reproduciendo desde una causalidad simple. Lo hace con crecimientos
o escaladas y con bucles que la retroalimentan y la hacen cambiar de rostro, para
ser cada vez más extensa e intensa.
Este análisis de la violencia que podemos llamar “dinámico” no lo desarrollaremos aquí sino más tarde. Pero cabe insistir en la responsabilidad mayoritaria de la dictadura como monopolista fundamental de los medios de violencia. En causarla desde un ámbito no solamente militar-policial, sino desde el desarrollo de políticas públicas diseñadas para el control y sometimiento de grandes sectores de la población. Además, dentro de esa dinámica, es la dictadura la que ha producido las escaladas continúas y cada vez más brutales de la represión callejera que sobrepasan con mucho las respuestas de una oposición inerme.
Este análisis de la violencia que podemos llamar “dinámico” no lo desarrollaremos aquí sino más tarde. Pero cabe insistir en la responsabilidad mayoritaria de la dictadura como monopolista fundamental de los medios de violencia. En causarla desde un ámbito no solamente militar-policial, sino desde el desarrollo de políticas públicas diseñadas para el control y sometimiento de grandes sectores de la población. Además, dentro de esa dinámica, es la dictadura la que ha producido las escaladas continúas y cada vez más brutales de la represión callejera que sobrepasan con mucho las respuestas de una oposición inerme.
https://www.aporrea.org/ddhh/n309163.html
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