Amigos hay que asumir que estamos desamparados
internacionalmente. Es poco probable que desde afuera entre complicidades,
votos comprados y una vergonzosa prudencia política, algún gobierno o
institución multilateral, no digamos nos ayude, sino al menos le solicite a la
dictadura de manera enfática parar la muerte, la represión, la injusticia y la
humillación. En todo caso serán proclamas tibias que le resbalan a estos
asesinos. Somos rehenes de una dictadura de los peores desalmados. Contamos eso
sí con nuestros hermanos que están afuera, con individualidades o grupos
sociales que en muchos países han alzado sus voces. Pero, sobre todo, están
nuestros hijos, sobrinos, nietos, todos los niños que nos motivan a continuar
luchando por nosotros mismos y sobre todo por ellos. Tenemos la memoria de
nuestros mayores que nos han legado decencia, amor y experiencias de batallas
grandes y pequeñas, ganadas o perdidas pero que de algún modo fueron dadas. Está
el sentimiento de justicia, de dignidad, de saber que nos merecemos algo mejor
que el horror de este país arruinado y envilecido, destruido con metódico
tesón, con sádica precisión por estos delincuentes. Estamos pues nosotros, más
o menos solos pero somos millones, tenemos la razón y tenemos un insobornable
apetito de Libertad. Sigamos adelante, organicémonos, dialoguemos entre
nosotros, construyamos un sólido consenso político con objetivos claros y
firmes, con tácticas y estrategias prudentes y valientes, aprendamos de las
derrotas, resistamos, no nos dobleguemos y avancemos. No será fácil, no será
ahora, será muy largo y doloroso pero en algún momento saldremos ¡No nos
rindamos!
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